DE COLEGIALA A LETRADA…

La vida son etapas y según el momento de la vida en el que nos encontremos tendremos que hacer frente a una u otra. Por mucho que intentemos dilatarlo, al final tendremos que afrontarlo con la mayor entereza posible.

 Cuando nos matriculamos en una carrera, por ejemplo, salimos de la esfera en la que estábamos inmersos desde que éramos pequeños, es decir, el colegio o el instituto. Estábamos acostumbrados de alguna forma a cierta rutina, protección y a no tener responsabilidades. Esa palabra, RESPONSABILIDAD, para todos nosotros era la gran desconocida porque únicamente nos ceñíamos (unos más que otros) a estudiar para sacar las asignaturas y poder pasar de curso.

 Es a medida que avanzan los años y vamos subiendo de nivel en nuestra progresión personal y profesional lo que nos hace percatarnos de que realmente lo que hacemos de pequeños, sí tenía un por qué y una razón de ser. Aquello que decían nuestros padres de “hijo estudia para que el día de mañana seas alguien”, pues bien, a la edad a la que nos lo dicen no nos dábamos cuenta de la importancia y de la razón que tenían cuando nos repetían hasta la saciedad las dichosas palabras, que por otra parte, a todos se nos quedaron grabadas a fuego.

 Llegamos a la Universidad… ¿qué es eso? nos preguntábamos muchos, ¿cómo va a influir en nuestras vidas que elijamos un camino u otro?… Es en este punto cuando nos percatamos de la magnitud y repercusión que tendrá nuestra elección, no ya por el desarrollo personal y nuestra realización, sino porque entramos en un mundo ajeno, desconocido si lo comparamos con lo que estábamos acostumbrados.

 En esta nueva etapa universitaria, se nos vienen encima y afloran todos nuestros temores, miedos e inseguridades que llevábamos dentro y que pueden ser provocadas por los propios exámenes, el hecho de conocer nuevos profesores de los que te das cuenta que no se parecen en absoluto, cuando explican, a los que habíamos tenido hasta el momento en nuestra etapa de colegio, y terminando, por la sensación, cuanto menos de desasosiego, cuando te ves sin tiempo para hacer lo que se te encomienda en cada asignatura ( trabajos, prácticas, exposiciones…), el desconocer sí realmente tu forma de estudiar, que venías usando desde siempre y que daba sus frutos, va a servir para escapar indemne e incluso a la forma de evaluar, pues encontrarse flechas junto con tu nota en un examen hace preguntarte si es que el profesor te ve como una diana o realmente para él significa algo…

 En definitiva, estamos ante un cúmulo de nuevas sensaciones y experiencias que conllevan por nuestra parte un mayor grado de implicación y sobre todo, de responsabilidad. Pues, de ello dependerá que el día de mañana nos labremos un futuro o al menos, terminemos con la confianza de que la carrera no ha sido únicamente un título, sino que se traduce en conocimientos que posteriormente podremos usar para cuando empecemos a trabajar. Aunque vista la situación económica actual, los universitarios una vez acaban salen pre-parados y no precisamente por los conocimientos…

 Ya inmersos en el mundo laboral, nos encontramos con que efectivamente ¡los cinco años de carrera no nos han servido de nada o de casi nada!. Es el momento de empezar con nuestro primer puesto de trabajo, ilusionados, con ganas de “comernos” el mundo, y de sentirnos realizados como personas además, de profesionalmente. Para ello, será vital dar con un buen mentor que te enseñe los secretos de la profesión, que te guíe y te sepa encauzar a la hora del estudio de los casos, así como, corrigiendo los errores incluso con ¡bolígrafo rojo! como nos hacían de pequeños cuando nos corregían los ejercicios.

Cuando empiezas con el estudio de los casos vas con prudencia porque quieres ir sobre seguro e impresionar a las personas que te han brindado la oportunidad contratándote y sobre todo a aquella que es la que está “encima” de ti constantemente. Ello, con la finalidad de hacerle saber que lo estás dando todo y que eres la persona idónea para el puesto por el cual te contrataron.

 Todo ello, con el objetivo de hacerle ver que has adquirido un “rodaje” suficiente sobre el estudio de asuntos y te ofrezca esa oportunidad que estabas esperando para poder examinarte a ti mismo. Si, me estoy refiriendo al primer Cliente, al que llevarás de principio a fin por ti sólo y con plena autonomía, tú primer cara a cara.

Sabes que tendrás un respaldo y un apoyo en esa persona que siempre ha estado ahí desde el principio y de todos los compañeros, pero esta vez, tendrás que poner en práctica todos y cada uno de los consejos que te hayan dado para poder hacer frente a esa reunión y vencer tus miedos más profundos.

 Al igual que pasaba cuando comenzábamos la universidad, vuelven a aflorar los miedos, inseguridades, temores a la hora de poder hacer frente a ese Cliente y por tanto, en defraudar a aquellas personas que depositaron su confianza en ti. Es ese primer Cliente y cómo lo afrontes, el origen de tu progresión y de demostrar no sólo a los demás sino a ti mismo, de lo que vales y eres capaz ante esas situaciones.

 Porque al final lo que queda es la experiencia, pues los miedos y las inseguridades que te invadían se convierten en meras anécdotas y sobre todo para uno mismo, en lecciones. Ya que, tal y como ocurría con los exámenes, cuanto más te prepares el asunto menor riesgo de errores habrá. Sin embargo, siempre puede haber una pregunta que te deje descolocado pero nunca, que te deje fuera de juego pues la preparación y estudio previo te ayudará a darle salida de una forma u otra. De alguna manera, como ocurre en todos los ámbitos de la vida.

  Mª del Pilar Guillamón Camarero.

Departamento Jurídico de ÁREA, ABOGADOS Y ASESORES

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