Bajo el título re VISTA de CINE se inicia una serie de artículos que tendrá como asunto central el cine y el Derecho, que es tanto como decir cualquier asunto, pues pocos les son ajenos. En ocasiones aprovecharemos la publicación de una noticia jurídica para hablar cine. A veces, el estreno de una película nos servirá de excusa para opinar sobre Derecho. Algunos estarán escritos desde el Derecho y otros desde el cine.
Pues bien, si vamos a hablar de cine, no estaría mal empezar preguntándonos ¿Qué es el Cine? Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que es un medio de expresión, al principio sólo visual, después audiovisual. En determinados países (no, por desgracia, en España) una Industria. Para algunos es simplemente un oficio (un oficio del siglo xx, dijo Cabrera Infante); para otros, nada menos que el séptimo arte.
Definiciones aparte, el cine, o si se prefiere, las películas son ventanas que han permitido a miles de personas en todas partes del planeta asomarse a otros países, a otros mundos y hasta otras galaxias. Sin moverse de la butaca de una sala oscura y en el mimo día el espectador ha podido descender a las profundidades marinas a bordo del Nautilus, o viajar a las estrellas en el Enterprise.
Pero tiene el cine otra característica, yo diría casi mágica, que es la de permitir que nos introduzcamos en otras mentes, no sólo en el sentido de identificarnos con los personajes, de manera que un día podamos ser detectives privados y otros intrépidos aventureros, sino en el de ver la vida como la ve otra persona. Durante el tiempo que dura la película, el espectador está viviendo esas vidas . Por eso de todas las artes, el cine es la que produce mayor empatía. Las películas de Kapra nos convierten en mejores personas. No diré en qué nos convierten las de Tarantino, porque eso, como diría el barman de Irma la dulce, “es otra historia”.
Después de esta licencia introductoria al estilo Hitchcock, toca hoy hablar del asunto que da título a este primer artículo. Pocos asuntos serían tan apropiados para empezar esta sección como la reciente elección de Eduardo Torres-Dulce como Fiscal General del Estado.
Y ello porque a su condición de Jurista (actualmente era fiscal del Tribunal Supremo) une su conocida afición por el cine.
Como fiscal goza de gran consideración y respeto entre sus compañeros de la carrera judicial y del mundo jurídico en general. Es decir, que no sólo cumple con el requisito legal (formal) de ser un jurista español de reconocido prestigio con más de quince años de ejercicio, sino que ha acreditado méritos sobrados para ocupar dicho puesto.
En su faceta cinematográfica/cinéfila ha participado en numerosas tertulias, tanto en televisión (recordemos el espléndido programa “¡Qué grande es el cine!”, dirigido por José Luis Garci) como en radio (últimamente en el programa nocturno “Cowboys de medianoche”. Colaborador en distintas revistas escribiendo sobre cine y hasta hoy era crítico del diario Expansión.
Es autor de diversos libros de cine, entre los que destacan “Armas, Mujeres y Relojes Suizos”, y el reciente “Jinetes en el Cielo”. Este último sobre el Western o las películas del Oeste, uno de sus géneros cinematográficos favoritos.
¡Enhorabuena!, pues, a D. Eduardo, ánimo para llevar a cabo su labor y esperemos que, no le pase como a Gary Cooper en “Solo ante el Peligro”, y tenga los apoyos necesarios para desempeñar su puesto y contribuir a elevar el prestigio y consideración de la Fiscalía General del Estado y de la Administración de Justicia, que tanta falta hacen.
Fernando Alfaro Ramos
Socio Abogado de la Firma ÁREA, ABOGADOS Y ASESORES
Señor Fiscal……¿Qué pasa con el 11- M?
Puedes opinar tú mismo: ¿que piensas a ese respecto?