YO CONCILIO, TÚ CONCILIAS, ÉL CONCILIA/ELLA CONCILIA…

Soy de la generación de las conjugaciones. Primera conjugación, presente de indicativo del verbo conciliar: yo concilio, tú concilias… pero ¿afirmativa, negativa o interrogativa?. Lo cierto es que yo sí quiero (afirmación no sacada de contexto); pero a veces dudo: ¿Es real esa conciliación que en ocasiones decimos que llevamos a cabo? ¿Es real esa no conciliación que en otras ocasiones decimos que sufrimos?.

El artículo 14 de nuestra Carta Magna proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo. Así lo recuerda la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres; principio jurídico reconocido en diversos contextos internacionales, de facto no respetado – aun en el siglo XXI – en demasiados (uno sólo siempre serán demasiados) países.

La referida ley, como su propia exposición de motivos indica, incorpora al ordenamiento español dos directivas europeas en materia de igualdad de trato: la 2002/73/CE, de reforma de la 76/207/CEE, relativa a la aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo que se refiere al acceso al empleo, a la formación y a la promoción profesionales y a las condiciones de trabajo; y la directiva 2004/113/CE, sobre aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en el acceso a bienes y servicios y su suministro.

 El hecho de que todavía hoy se trate de este tema y la respuesta sea defensiva  (al margen, totalmente, de la violencia de género, que tiene su propio capítulo que nada tiene que ver con este artículo); así como el de que tengamos que seguir plasmando por escrito que efectivamente es un principio fundamental que se ha de respetar, debiera hacernos pensar que algo estamos haciendo mal. Porque en la tele siguen apareciendo anuncios en los que abuela, madre e hija han aprendido, de generación en generación, cuál es el mejor detergente a echar en la lavadora. Quizá los hombres no vienen programados para ponerla … O – también reflejado en algún anuncio, ¿axioma? –  las madres hacen tareas mil antes de irse a acostar, mientras los padres ven el partido de fútbol y se van a acostar, y punto.

 Conozco a mujeres encomiables, muchas de ellas también madres, que pueden con eso y con más, que por la mañana están perfectas y por la noche siguen perfectas, y al día siguiente vuelta a empezar. Así son felices, y así quieren vivir.

Pero este artículo es para aquellas otras que viven ese diario como una pesada mochila que cada día se llena con una piedra más, y otra, y otra; y/o se sienten incomprendidas por su entorno; y/o se amparan en otras mujeres que se sienten como ellas. Si distinguimos la carga que nos viene impuesta por las circunstancias de la que nos imponemos nosotros, un cambio próximo es posible.

Por nosotras. Por nosotros. Por nuestras hijas. Por nuestros hijos. O por nuestras sobrinas. O por nuestros sobrinos. Pero quizá este cambio sí merezca la pena, y a lo mejor hoy es el día para planteárselo.

Hoy puede ser un gran día…

Yolanda Aparicio Fernández

Asesora Jurídica. Gestión Interna y Recursos Humanos de la Firma ÁREA, ABOGADOS Y ASESORES.

9 comentarios en “YO CONCILIO, TÚ CONCILIAS, ÉL CONCILIA/ELLA CONCILIA…

  1. Que decir, Yoli, claro que «me gusta». Estoy plenamente de acuerdo con el contenido, pero creo que la solución pasa en primer lugar por la mano de las mujeres. Besos

  2. Estupendo artículo, Yoli. Y lo suscribo de principio a fin, por supuesto. Las mujeres sostenemos la mitad del cielo, según el antiguo proverbio, pero parece que no basta con eso. Hay que hacer partícipe efectivo a la otra mitad. Un beso.

  3. Qué va a decir la delegada de curso, me ha encantado la idea de darte una idea para este artículo, bienvenido sea para todas las mujeres, madres, hijas y abuelas. Si no miramos por nosotras no sé qué va a ser, así que dile a Paula que cuide de ti ahora que ya lo harás tú después. Un beso graaaaaaande.

  4. Por aquello de aportar algo de vis masculina, pero sensible… Este es «el tema»… siempre actual, siempre necesario, siempre en cuestión y siempre interpelando responsabilidades. No seré yo quien ponga en duda el extraordinario papel de las mujeres, porque las tengo y las he tenido en mi vida; y tampoco seré yo quien diga nada en contra de que el cambio comienza en cada una de esas mujeres, porque asumo que cada cambio tiene como punto de partida una actitud individual…. Pero añado que el cambio también empieza en y por el hombre, marido, hijo… somos corresponsables solidarios, estamos llamados a formar parte de todo. Este es una sincera y fantástica reflexión sobre la regla general, pero yo apuesto porque la excepción ya no lo es tanto y que cada vez lo sea menos: el hombre conciliando. Yo quiero, yo procuro, yo trato… de conciliar… Yo concilio… pero rindo mi homenaje y profundo reconocimiento a las heroínas y comparto mi solidaridad como mortal con todas aquellas que buscan el modo y la manera de ser y hacer lo mejor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *