Podría comenzar este artículo apelando a la crisis económica, al desempleo, al desorden social o a las injusticias, y es que, diariamente vivimos sometidos a estas críticas, a devastadoras noticias y a desesperanzadores augurios; sin embargo no es esto lo que quiero transmitir.
¿Qué hay del optimismo, del afán de superación o de la confianza en los seres humanos? Debemos superar esa actitud desmoralizada y desmoralizadora que impera en estos días. Esta tendencia está patente en nuestra sociedad actual y es tan o más problemática que las dificultades económicas y sociológicas actuales. Es necesario tomar conciencia de otra dimensión, que,inherente a las personas, permanece latente en épocas complicadas. Somos seres humanos y como tal “animales políticos” que se precisan y que construyen relaciones, instituciones y sistemas coherentes de organización. Es momento de colaborar, de creer, de comprender y de esforzarse. La ilusión, la cooperación y los valores humanos pueden ser la clave.
¿Por qué no afrontar lo que viene con responsabilidad? Somos tributarios de los tópicos, de juicios de valor y de reproches y reivindicaciones. Somos ciudadanos y ello conlleva derechos tales como el derecho de asociación, el derecho a la libertad de expresión, pero, ¿qué hay de otros derechos constitucionalmente reconocidos como el derecho a la participación ciudadana, o los deberes que nuestras leyes exigen?
Hay que empezar por creer en uno mismo, hay que revivir conceptos clásicos como la “justicia aristotélica”, la virtud o la moral y todo ello debe reflejarse en las leyes y, sobre todo, en la interpretación y la aplicación de éstas. Ante grandes crisis siempre han surgido corrientes humanistas y esto es preciso hoy: adaptar nuestras empresas, nuestras leyes, nuestro compromiso y nuestros ideales a la persona, al ser humano.
Soy una joven dombenitense y en estos momentos estudio Derecho y Administración de Empresas en ICADE, Madrid. Creo en la justicia, creo en los profesionales del Derecho, en un modelo de empresa sostenible, en el capital humano, en la formación, en el compromiso con la sociedad…, y no creo sino afirmo que no se trata de un planteamiento utópico, que existe, que lo he vivido y aprendido en ÁREA ABOGADOS. He tenido la gran suerte de poder realizar prácticas profesionales con esta firma jurídica y hay dos aspectos que me gustaría destacar porque reflejan esa ilusión y esa fuerza que los diferencia del resto y que desde mi punto de vista es un verdadero ejemplo de comportamiento empresarial.
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En primer lugar, su dinamismo y cercanía con las nuevas tecnologías. Trasladan el Derecho al ciudadano. Ponen su profesionalidad a disposición de sus clientes y de las personas a través de herramientas tecnológicas novedosas y de internet. ÁREA apuesta de un modo tenaz por la formación de sus profesionales, de sus clientes y del propio ciudadano. Las leyes y la justicia han de servir a la persona, y utilizar las Tecnologías de la Información para acercar a la sociedad su trabajo como letrados significa, además de prestar el mejor servicio al cliente, no olvidar esta otra dimensión que radica en ayudar, aportar conocimiento y contagiar su ilusión y vocación a las personas que estudian Derecho, que se dedican a ello o incluso a otras personas que son ajenas a este campo, pero que, por su condición de ciudadanos, deben ser informados del entorno que les rodea, cuyo sustrato es casi siempre jurídico.
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En segundo lugar, su condición de empresa socialmente responsable. Adoptar un rol activo en la sociedad es una de las características más relevantes de la cultura de este despacho, se comprometen. El novedoso concepto “Responsabilidad Social Corporativa” es una seña de identidad de esta firma. No se trata únicamente de experimentados profesionales, sino de personas que cultivan a personas, valoran el capital humano y sitúan entre sus principales prioridades la ética empresarial.
Pues bien, si tenemos ejemplos de ilusión, de superación, de vocación y de espíritu de sacrificio en empresas como ÁREA, ¿por qué no afrontar con optimismo los obstáculos?, ¿por qué no reconstruir el viejo concepto de “bien común” y adaptarlo a nuestra sociedad, al individuo moderno?
Esta nueva visión debe calar mucho más hondo en los jóvenes. Somos nosotros quienes tenemos que desarrollar el ingenio, innovar y luchar de manera conjunta por valores como la educación, el respeto y la profesionalidad ética en las empresas. Hay entidades que merecen la pena y yo he podido aprender en ÁREA que la ilusión, la vocación y el esfuerzo CONJUNTOS facilitan el desarrollo del propio individuo y de los que le rodean.
Me encuentro al final de mis estudios y así procuraré afrontar mi futuro personal y profesional, porque ÁREA es un modelo a seguir y estoy firmemente convencida de que en los malos tiempos que corren se trata de una empresa con fuerza que llegará donde se proponga, de una forma honesta y responsable, respondiendo a los tres principios rectores del Derecho que hace siglos promulgó Ulpiano: “honeste vivere” (vivir honestamente), “alterum non laedere” (no hacer daño a los demás) y “suum cuique tribuere” (otorgar a cada uno lo suyo).
Soledad de la Peña González
Estudiante de Derecho y Administración de Empresas en ICADE, Madrid
Gracias por tu artículo, Sol. Es bonito no por la referencia que haces a ÁREA, que te agradecemos, sino por la ilusión y el optimismo que imprimes en el mismo.
Esperamos contar con nuevas aportaciones tuyas. Recibe un muy cordial saludo
Gracias, Sol… Hay veces que miramos sin ver, y hace falta una sensibilidad especial para «ver» en un sentido profundo; ver quién es y qué es cada cual. Tú has sido capaz no sólo de esar y mirar Área, sino de «ver» lo que hay en ella, lo que es o pretende. Y eso sobre todo demuestra que aquello que ves está en ti.
Un abrazo y mucho ánimo.