(Cosas de abogados. La RSC es una cosa muy nuestra (I))
La RS es algo que se “hace” porque antes se “es”, al revés es mucho más difícil y con elevado riesgo de ese postureo forzado y forzoso. El incentivo más firme para un sistema de gestión basado en la RSE es la propia convicción, es creérselo, lo demás son aditivos, conservantes y estimulantes varios. A partir de ese convencimiento personal y profesional se construye una forma de hacer las cosas que tiene una identidad definida y reconocible. Definitivamente la responsabilidad social de un despacho, de un abogado o de varios, tiene que ver sustancialmente con lo que ese individuo o conjunto “es”, y desde ahí actúa. Es una forma de ser y gestionar.
En un país donde abundan los teóricos y los gurús, lo que pretendo que avale mis palabras es mi propia experiencia práctica, no exenta de errores y aprendizajes y desde ahí lo comparto. Tengo la satisfacción de haber fundado y de dirigir una Firma donde creemos en esto porque nos funciona, y nos funciona porque creemos en esto. Y en una parte más personal, confieso que mi satisfacción más allá de cualquier otra es que mi despacho sea como es y haga lo que hace, que tiene que ver con un estilo propio y particular, un camino singular. Y hay más empresas y empresarios, despachos y abogados con estas sensibilidades. Ahora ya podemos alcanzar certificaciones, reconocimientos y visibilidades que incentivan el curso y el discurso de estos modelos. ÁREA ABOGADOS Y ASESORES, por ejemplo, es la única firma jurídica en España que cuenta con el IQNET SR10 de Aenor y está entre las 43 empresas nacionales que lo tienen tras superar exigentes auditorías. Ya en el año 2010 fue la primera del gremio en ser Empresa Familiarmente Responsable según la Fundación Más Familia… Pero todo esto no puede ni debe ser sólo un título, ni parte de un discurso, o de una pose, como vengo reiterando. Podemos poner múltiples ejemplos de compañías e ilustres firmas jurídicas que tienen determinados certificados y una mera prueba de proximidad desmonta la credibilidad del título. En RS ha pasado y hay que evitarlo. La RSE no es una sonrisa pero tiene que ver con ella, no es un corazón pero tiene que ver con él, no es buenismo pero es más que bueno, y al final es presente y futuro.
Habitualmente nos invitan a foros donde nos piden contar nuestra experiencia y nos hacen preguntas diversas. Y desde esas participaciones comparto algunas ideas buscando aportar valor sobre lo que es y no es para nosotros RSE, sobre lo que debería ser, sobre lo que hay y lo que falta:
– Ser un despacho bueno y un buen despacho.– Para ser un despacho bueno, en el sentido defendido por Machado, hay que ser un buen despacho en términos profesionales, técnicos y de satisfacción de clientes. De modo que nuestra RS empieza por tratar de hacer muy bien las cosas, aspirar y esforzarnos por la excelencia en nuestros servicios y mantener una continua vocación por mejorar y crecer. Somos empresas con vocación de empresas, con todo lo que ello implica pero con una personalidad sellada con valores irrenunciables. Pasamos momentos difíciles y tomamos decisiones difíciles.
– Cuidar a las personas para que las personas cuiden el proyecto.- Así de fácil y de difícil. Uno cuida y se empeña en aquello que siente como suyo, por eso generar un espacio para la autonomía personal y cultivarlo, y fomentar un circuito de satisfacción y reciprocidad nos acercan al éxito cotidiano de “estar bien”. Nosotros configuramos ese circuito cimentado en una cultura personal y colectiva que representamos como una corriente continua de Compromiso, Confianza, Responsabilidad y Reciprocidad. Nos importamos y nos importa la empresa. El factor diferencial e inimitable, el activo verdaderamente irrepetible es la persona. El roce y la convivencia personal y profesional de unos con otros nos va puliendo y haciendo mejores; prestar atención a esto tiene efectos directos en nuestra eficiencia y en nuestra productividad. También esto es extrapolable al despacho individual en la medida en que la armonía y el bienestar de uno mismo se torna imprescindible para servir más y mejor a los demás.
– Seleccionar bien o que se vayan seleccionando.- Cualquiera no vale para trabajar o colaborar en nuestro contexto por agradable que parezca porque las exigencias de responsabilidad y autogestión, el grado de compromiso y solidaridad, y el margen de confianza recíproca son de un nivel muy alto. Lo que uno no hace bien salpica a todos. Podemos equivocarnos en la selección inicial, aunque venga referenciada por varios de nosotros, pero lo que no falla es el proceso de selección natural que se genera con nuestra dinámica. Es nuestro sistema el que finalmente decide. Y esto también ocurre cuando la RS es sólo un discurso: la propia RS selecciona y discrimina a los que enarbolan su bandera de modo falso.
– No se trata de construir escuelas en África.- Es extraordinariamente gratificante poder contribuir a este tipo de proyectos y desde luego cuenta. Pero basar o centrar la RS en esta posibilidad y en este contenido sin todo lo demás (interno: empleados, compañeros, clientes, proveedores) es como inflar un globo que terminará por pincharse. Esta identidad lleva a esas acciones pero desde la coherencia y la congruencia. Y es un privilegio promover y ayudar a proyectos de cerca y de lejos que sirven a otros. Eso completa nuestra razón de ser y de hacer. Desde la esencia comentada salen estas acciones u otras, pero sin esa esencia, esto son fotos de álbum que se vuelven en contra con el tiempo.
– La transparencia.- Es una vertiente esencial de la confianza. Ser razonablemente transparentes y que la información del despacho, su gestión y situación sean accesibles es el paso indispensable para conseguir la implicación. Para defender algo hay que conocerlo y mientras más lo conoces mejor lo defiendes.
– El directivo tiene que ser parte de todo esto .- La RS no puede ser cosa de un departamento que se activa para obtener una certificación y que funciona como un complemento o apéndice del resto de las áreas, incluso persiguiendo puntualmente a los otros compañeros para justificar acciones. Ni es algo que sólo pueda estar en la cabeza de unos pocos de compañeros, o del “jefe”. Pero para que funcione el líder se lo tiene que creer más allá de consentir. Aquí nos lo creemos y lo vivimos, somos los primeros que aspiramos a conciliar, que buscamos nuestro espacio y procuramos una forma de hacer las cosas, que nos sentimos muy responsables de lo que sucede y de lo que le ocurre a cada uno de los compañeros.
– ¿Y la Administración?.- Me suelen preguntar qué debería hacer la Administración en esta materia o qué le falta. Y mi respuesta es contundente porque la tengo muy clara: no interferir y ser coherente e impulsar. Lo primero lo conseguiría no interpretando o versionando lo que es la RSE sin contar con la empresa, lo segundo no promoviendo convocatorias públicas cuyo prioridad sea esencialmente lo económico propiciando con ello estrecheces presupuestarias que repercuten en la calidad y la cualidad del qué y el cómo se hacen las cosas por parte de las empresas y los profesionales; y lo tercero estaría cerca demostrando su apuesta y convencimiento incentivador con hechos concretos: licitaciones y concursos donde se bareme o valore la RS acreditada o acreditable con una puntuación diferencial, por ejemplo. Y por supuesto en su propia cultura interna proyectada en la gestión y el trato a empleados públicos, ciudadanos y proveedores de la Administración.
– Cuidado con la “titulitis” y el postureo certificador.- También en esos mismos foros a la par que ensalzo contar con un proceso ya reglado y normalizado de reconocimiento y certificación, lanzo el aviso de que el mismo sea lo suficientemente exigente y riguroso para no devaluarse y devaluar la RS. Esto es, que verdaderamente verifique ese “ser” y ese “hacer” como empresa socialmente responsable sin dejarse vencer por la tentación de “tener clientes” y ablandar o adaptar las auditorías, de forma que su credibilidad se deprecie en la misma proporción que vayan creciendo los certificados sin que esto refleje la realidad o que esta se distancia de la percepción auténtica.
Todas estas teorías se alimentan de una práctica cotidiana que nos hace sentirnos seguros cuando hablamos y nos llena de razones para decir lo que decimos, pues lo vivimos y aplicamos cada día, también desde la certeza de estar en un proceso dinámico y en continua actualización, y de formar parte del presente del futuro, donde este modelo irá consolidándose y aumentando cualitativa y cuantitativamente; y que debe protegerse de quien lo abandere o se lo atribuya sin fundamento, porque como toda bandera el peligro y la amenaza no sólo está en quien la ataca sino en quien no la defiendo pudiendo hacerlo.
La auténtica abogacía es RS en sí misma. La RS necesita de los abogados para llegar, para hacerse visible y los abogados necesitamos tomar conciencia de la importancia de la RS y redescubrirla como algo intrínseco a nosotros y nuestra profesión, procurando su normalización y asumiendo el reto de implantarla de modo tangible y concreto en nuestro ser y hacer, porque todo ello impulsará nuestra credibilidad y denostará las malas prácticas que a veces deterioran o menoscaban nuestra identidad corporativa y nos alejan de la sociedad a la que nos debemos.
Ángel Luis Gómez Díaz. Socio–Fundador y Director General de la Firma ÁREA, ABOGADOS Y ASESORES