LA PICOTA EN EXTREMADURA, QUE NO LA CEREZA DEL JERTE

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, picota es una “Variedad de cereza, que se caracteriza por su forma algo apuntada, consistencia carnosa y muy escasa adherencia al pedúnculo”; definición a la que nosotros añadimos: sobrada y merecidamente conocida en el valle extremeño del Jerte, y con este apelativo, Picota del Jerte, disfrutada en el resto de España y parte del extranjero. Pero a esta definición antecede en el referido diccionario otra, esta vez sí relacionada con el mundo jurídico, que arrastra mucha, mucha historia.

Así, hablamos también de picota en cuanto al “rollo o columna de piedra o de fábrica que había a la entrada de algunos lugares, donde se exponían públicamente las cabezas de los ajusticiados, o los reos”. Forman parte del paisaje de muchos de los pueblos de Extremadura (y de España), y tienen una función penal antiquísima, ya recogida en las Partidas de Alfonso X el Sabio, allá por el siglo XIII: “La setena es quando condenan a alguno que sea azotado o ferido paladinamente por yerro que fizo, o lo ponen por deshonra dél en la picota, o lo desnudan faciendole estar al sol untado de miel porque lo coman las moscas alguna hora del día.”

Era esta pena decretada contra el hurto no manifiesto, y buscaba dos objetivos claros: el castigo, estrictamente entendido; y el escarnio público, como medida disuasoria para el propio malhechor -ante una posible voluntad reincidente-, o tercero malintencionado.

Por ello, estas columnas solían ubicarse en la plaza del pueblo, y por ello también venían acompañadas de adornos tales como cadenas, garfios, argollas y similares. La picota de Trujillo, por ejemplo, fue concedida por su contribución y ayuda a los Reyes Católicos, si bien de su ubicación originaria en la plaza fue trasladada en 1566 a su emplazamiento actual en la confluencia de la entrada principal a Trujillo con las carreteras que van en dirección a Madrid, Cáceres-Montanchez, Miajadas y Guadalupe.

Las Cortes de Cádiz ordenaron “la demolición de todos los signos de vasallaje que hubiera en sus entradas, casas particulares, o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la Nación Española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo sufriría por tener a la vista un recuerdo continuo de humillación.”. A raiz de esta decisión desaparecieron numerosas picotas, si bien algunas fueron reconvertidas en cruceros, para evitar su demolición, en recuerdo y símbolo de su significado jurisdiccional.

En Extremadura todavía podemos disfrutar de muchas de ellas en localidades como Jaraiz de la Vera, Valverde de la Vera, Jarandilla de la Vera o Losar de la Vera. Sirva la presente fotografia como muestra de ello. Y queda abierto el presente artículo a la aportación de nuestros lectores.
http://www.20minutos.es/museo-virtual/foto/2297/rank/3/

(Foto  de la página web www.20minutos.es/museovirtual.com, mediados del siglo XIX, Jarandilla de la Vera)

Yolanda Aparicio Fernández

Asesora Jurídica. Gestión Interna y Recursos Humanos de la Firma ÁREA, ABOGADOS Y ASESORES.