En estos días ha saltado un tweet que me ha recordado a uno de nuestro primeros artículos, «La picota en Extremadura, que no la cereza en el Jerte», hablando de esos rollos que había a la entrada de algunos pueblos, para azote público de quien yerró.
El tweet en cuestión mostraba el siguiente producto:
Que continúa así:
La primera responsabilidad de una empresa es lograr que su negocio sea viable y sostenible, de manera que la productividad (Recursos aplicados – Resultados obtenidos) pasa a ser un elemento fundamental. De hecho, si se quiere optimizar el rendimiento de los recursos aplicados a un proceso, la monitorización da una información objetiva de importancia no sólo no desdeñable, sino imprescindible. ¿Qué chirría? Un producto en el que no se vende la optimización de la productividad, sino «el control absoluto sobre sus empleados».
Aumentar la productividad empresarial es materia de estudio de diferentes disciplinas que tocan campos muy diversos. Se encuentran con facilidad numerosas páginas web tratando esta cuestión (a mero modo de ejemplo, Ingenio&Empresa). Y ello porque esta medición, para ser fiable, debe ser completa e incluir todas las variables que impacten directamente en que el resultado sea uno u otro. Evidentemente el desempeño de un empleado impacta directamente en la productividad de una empresa. ¿Estamos hablando de una empresa de producción, o de una empresa de servicios? ¿Es un trabajo para el que se requiere alta cualificación, o es un trabajo rutinario y/o de baja dificultad? ¿Para la valoración final se tendrán en cuenta otros factores como el clima laboral, la eficacia de los procesos establecidos o las dinámicas del mercado? Entran aquí en juego los conceptos de eficiencia y eficacia en la articulación de la propia organización.
¿Tan al margen está el trabajador de la eficacia de su propio trabajo, y su impacto directo en la productividad de la empresa, que debe estar el empresario sobre ello en modo «vigilancia y control»? Encontramos en el mercado otro producto: WorkMeter, con esta presentación al mercado:
«Work Meter es un software desarrollado en España, que se instala en el equipo del empleado y analiza, de forma no intrusiva y sin entrar en lo que ve el usuario, la productividad de dicho empleado, diferenciando entre las pantallas y aplicaciones que produzcan beneficio a la empresa y las que no, para así controlar el foco de trabajo del empleado.
Joan Pons, el CEO de Work Meter, asegura que incrementa la productividad de las empresas en un 50%, y más aún en aquellas empresas con empleados que teletrabajan. Esta herramienta es más para empleados que para gerentes, pues en ningún momento se comunica qué contenido está viendo el empleado y el propio usuario puede pararla cuando quiera. Es más bien una aplicación de autocontrol para el empleado.»
No hace mucho tuvimos la oportunidad de compartir Mesa&Mantel con Alejandro Hernández Renner y Hugo Lopes, quienes nos plantearon las premisas para afianzar la arquitectura de una organización desde la concepción del proyecto común, el gobierno de pares. Es la concepción del SXXI en el que, más que nunca, los perfiles distintos son necesarios y totalmente complementarios, en un concepto así entendido y defendido por todos los miembros del equipo. Todos responsables de su papel dentro de la organización desde la coordinación. Nunca desde la vigilancia y el control.
En la era de la automatización de los procesos que menos precisan del ingenio y las capacidades humanas, focalizarnos de pronto en la vigilancia y el control de los trabajadores que forman parte del equipo nos hace viajar, casi, a la era de la picota. Quizá disfrazada de un desempeño negligente, de una falta de responsabilidad hacia la empresa para la que trabaja… Quizá.
Liderazgos alejados de la RSC, hablando en su nombre… Nosotros, por nuestra parte, nos vamos a ver a Hugo Lopes y a Mira Bangel a su taller sobre Sociocracia 3.0 – Guía Práctica para organizaciones ágiles y resilientes. Aprendiendo.